La importancia del orden y la libertad en la política económica

El resultado de las elecciones parciales del pasado domingo 26 de octubre en Argentina es buen ejemplo de un país que ha decidido no volver al caos y seguir apostando por el orden y la libertad como ejes de la política económica. Por “orden” se entiende el restablecimiento de reglas claras, disciplina fiscal, estabilidad monetaria, control del gasto público, previsibilidad institucional… Por “libertad” entendemos la apertura de los mercados, el impulso de la iniciativa privada, la reducción de la intervención estatal, la liberalización del comercio y de los flujos de capital, entre otros.

Sólo hay un peligro real: la corrupción. Precisamente, las graves sospechas, evidencias o incluso confesiones de políticos argentinos que se han retirado para no perjudicar al proyecto Milei pueden ser las que hagan descarrilar un proyecto sin precedentes en un siglo de Historia del país que hoy se proyecta a otros países de la región bajo la protección y apoyo explícito de Estados Unidos.

En la política de Milei, orden y libertad aparecen articulados en su discurso de forma explícita. El actual inquilino de la Casa Rosada se presenta como un reformador radical que busca implantar un modelo de “libre mercado” (libertad) pero también como un agente que impone ajustes abruptos para restaurar el orden. Por tanto, su política económica se define como un intento de combinar una gran dosis de libertad de mercado con una fuerte disciplina en el plano fiscal y monetario.

El orden es requerido porque la Argentina heredó desequilibrios muy grandes: inflación descontrolada, déficit fiscal crónico monetizado con recurso a un Banco Central sin credibilidad ni reputación, control cambiario rígido, falta de competencia, excesivo peso del Estado… En ese contexto, sin orden la libertad de mercado por sí sola difícilmente produce resultados: hace falta un marco institucional creíble. Al mismo tiempo, el impulso de la libertad económica es visto como el motor de crecimiento, empleo, inversión y prosperidad.

Gracias a esta combinación, la primera mitad de mandato de Milei ha conseguido varios éxitos tempranos. En primer lugar, la estabilización macroeconómica gracias a ajustes severos: reducción del gasto público, eliminación de ministerios, despidos de empleados públicos y un drástico recorte de ayudas sociales que acababan en un sistema clientelar protagonizado por los sindicatos. Se consiguió crear pronto un resultado fiscal positivo, detener la emisión monetaria descontrolada y reducir la brecha cambiaria. Estos avances son propios del “orden”: restablecer la credibilidad de las cuentas públicas frenando la expansión del Estado que alimentaba inflación.

La inflación se redujo de niveles de hiperinflación a tasas mucho más bajas: según analistas, del 211 % anual en 2023 a aproximadamente 118 % en 2024, y con la meta de que en 2025 siga bajando. En paralelo, se registró también un fortalecimiento de la confianza en el país, una mejora en la balanza comercial (por ejemplo en energía) y una mayor previsibilidad cambiaria. Todo esto entró en crisis desde el verano por los casos de corrupción y ahora de nuevo se está retomando la credibilidad.

En segundo lugar, aunque muchos ajustes han tenido costes sociales, el Gobierno Milei está reduciendo la pobreza. Según algunas fuentes de mercado, la pobreza general habría caído de en torno el 56 % al 33 %. Un factor clave ha sido la recuperación de los salarios reales y la bajada sin precedentes de los precios del alquiler debido a la eliminación de buena parte de la normativa existente que suponía en la práctica expropiar las viviendas a los propietarios y su tendencia a comercializarlas en el mercado negro. Por último, en términos de libertad económica, el Gobierno Milei ha conseguido un mayor grado de apertura comercial, el anuncio de tratados de libre comercio, la eliminación de barreras no arancelarias y, lo que es más importante, el acuerdo de divisas con el Tesoro americano que ha puesto fin a la crisis reputacional de “La Libertad Avanza”.

Fuente: The Economist[1]

Todas estas “victorias tempranas” ahora deben ser extendidas y solidificadas después del resultado de las elecciones parciales del domingo 26 de octubre. En un régimen democrático, la gobernabilidad y la capacidad de avanzar con reformas dependen del respaldo político y del equilibrio en el Legislativo. Y esto, ahora, Milei lo tiene mucho más fácil, pero sin olvidar la gran contribución del macrismo, clave para su victoria.

Esta siguiente etapa debe fundamentarse en la credibilidad construida y que fácilmente se arruina (como ocurrió en el Perú de Fujimori) si la corrupción no se ataja. Los logros ya acumulados — especialmente la estabilización macroeconómica — generan una rentabilidad política que puede traducirse en un margen amplio para seguir las reformas. Quizá la más inmediata y que debe abordarse urgentemente es acabar de una vez por todas con el control cambiario. La liberalización requiere inversión, financiación externa y apertura de capitales. Si ocurre un shock negativo (vía tipos de interés, depreciación del peso o fuga de capitales) la libertad podría verse amenazada y se tendría que volver a medidas de emergencia, erosionando el orden alcanzado.

En suma, la combinación de fuerte disciplina en el Estado para restablecer el equilibrio macroeconómico (orden) y simultáneamente una ambición de liberar el mercado para que la economía se recupere (libertad) sigue siendo de éxito. Los logros alcanzados — reducción de la inflación, superávit fiscal, apertura comercial, caída de la pobreza — muestran que el modelo puede funcionar, al menos en su fase inicial. Las elecciones parciales del 26 de octubre legitiman el proceso y amplían el margen de acción política, lo que permitirá consolidar el orden y profundizar la libertad económica.

[1] https://www.economist.com/the-americas/2025/10/08/the-argentine-peso-and-javier-milei-are-in-trouble